17 octubre 2006

Transporte publico

La vida ha querido que hoy decidiera ir al trabajo andando. Extrañamente, he llegado sudando, y eso que no he corrido ni nada. La principal razón de que no haya cogido el autobus hoy es que ayer el mismo no viniera y yo llegara tarde al trabajo. Pero hay más razones. Sí, el transporte público es más ecológico, pero no sale cuando quieres tu. Y bueno, será ecológico, pero por regla general es bastante antihigiénico. No creo que haya más chicles pegados por centímetro cuadrado que en un autobus.

Sea como fuere, hoy he caminado. Por la calle principal, en frente del ayuntamiento, he visto una laaaarga laaaaaarga línea de lo que parecía ser mierda. Honestamente, pensé, el tipo que haya dejado la señal debió llevar el trozo de... bueno eso, pegado al zapato durante horas. Y debía ser un trozo grande. Con todo, al final no era más que barro, problemamente arrastrado por la rueda de alguna carretilla.

Y me diréis ¿Qué tiene de particular o curioso este evento, por otro lado insípido? Pues tiene que la línea marrón separó a la humanidad en la acera. Y sí, en sentidos opuestos a cada lado de la línea. La humanidad se divide pues, por cosas tan sencillas como líneas de barro en la acera. Lo cual, permitaseme que lo diga, explica muchas cosas.

En otro orden de acontecimientos, Cristina, mi amiga italiana que terminó siendo mi mejor amiga cuando era voluntaria, llega esta noche, de lo cual me alegro mucho y me veré en la tesitura de comprar de comer porque habrá que alimentar a la pobre criaturita.

Y sigo a la busca de un vestido a la hispacón. Veo... rojo. Lo malo no es verlo, claro, es encontrarlo... Os mantendré informados

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